domingo, 21 de febrero de 2016

LENTA QUEMADA*




Hoy escribo de noche, como antes;
resumo lo vivido, lo que pienso a diario,
las obsesiones crucificadas en el espejo,
la amargura que despuebla mis párpados,
la tensión cotidiana que al fin elige un círculo
para girar eternamente tras la membrana frágil del recuerdo,
toda esa masa espesa de las palabras despojadas de su ritmo;
voces fijas en el centro de monólogos superfluos.

Vuelvo a escribir de noche y también llueve.

Algo se desliza entre mis dientes apretados como nueces:
la lenta quemadura de los crímenes ocultos en los versos ,
el ritmo doloroso que recupera todos los actos que olvidé,
los rostros y los cuerpos que ahogué en el silencio,
los gritos que atrapé al vuelo para que no llegaran
al caracol de la oreja a que iban destinados,
las manos que no quise estrechar nunca, los sueños que impedí,
las mujeres oscuras de las que no conservo ni el olor,
la otra forma de vida que la locura me tiene reservada.


*Del libro El exilio interior