lunes, 14 de septiembre de 2015

AHÍ VAMOS


...y si, hay que volver a las andadas, y aquí retomo el blog donde seguiré publicando la obra del maestro. Les dejo aquí un poema de 1976, que le da título al libro que lo contiene. Gracias a todos los que se pasan por aquí.





DESPERTAR DEL SILENCIO

Para Luis Carlos


                … sigamos un poco más hacia delante la pen-
                diente y la tentación del espíritu; sigámoslas,
                desgraciadamente, sin temores, que esto no
                conduce a ningún fondo verdadero…

                                                        PAUL VALÉRY



Despertar una noche del letargo del silencio,
ver cada objeto intacto, cerrar las puertas
que han estado abiertas
y encontrar en la piel otra mirada:
Semilla
               Pulpa
                          Jugo que escurre por los labios
Lento sabor de sangre en la garganta.

En el espacio intacto de la tarde que cede
cada rama se afirma en el silencio;
la noche va llenándose de tapias,
muro por muro la quietud germina
hasta tocar la pulsación del aire.

Atrás de las ventanas las líneas de los sueños
nos esperan con los rasgos crispados:
no atadas en el orden que mancilla
sino en la ambigua soledad del tiempo.

Monólogo incesante entre el hombre y su sombra:
vidrio y metal clavados en la lengua.

Este instante no es luz ni movimiento
está hecho de quietud inaprehensible.

Y su camino de piedras enlamadas.
¿Conduce a la vida o a la muerte?
¿Es fulgor o espejismo de sangre?

Salgo a la noche de lluvia y Tezontle,
los perros buscan huesos en las calles,
un mendigo se hiela afuera de una iglesia,
en los quicios dos criadas se acarician:

camino sin saber a dónde me conduce
el cielo entre los árboles.

El vertedero de la noche es infinito,
no lleva a ningún sitio, envuelve, abraza,
tiene en los ojos todas las miradas.

Las gotas caen sobre las azoteas,
me revela un relámpago dos cuerpos
en medio del follaje.

A lo lejos el eco de una sirena
canta en las olas del instante.

En una noche floreció el geranio,
Después de la tormenta hay otra vez
-como tu dices- rostros en la barda,

entre pétalo y pétalo los astros doblan
sus filosos bordes; la oscuridad
florece tras las plantas
y es más real que la luz,
más limpia que la espalda de la noche.

La noche es un guijarro adormecido,
río poderoso que en su cauce arrastra
además de los cuerpos minerales
la sombra de la historia por el fango.
Mi pensamiento oscila entre los astros.

Cada objeto que toco es otra vez silencio,
todo regresa a sus ínfimas chozas minerales;
debajo de la piedra, entre los muros,
en el lodoso vientre de los charcos.

El camino de piedras enlamadas
es un recuerdo del espíritu.

No hay ya pisadas en su extensión.

Las huellas son de vaho:
apenas delineadas se disipan.

También mi pensamiento se evapora,
las respuestas están en cada paso:
no hay sin preciso en esta caminata.

El camino no pide resolución alguna;
sólo pide que transiten sobre él

      ¿Hacia dónde?

Toda respuesta es un fantasma del instante.

El recorrido lo hace el pensamiento,
hay caras en los muros, el geranio florece,
la carne se desgarra, la sirena se ahoga,
los prostíbulos abren sus ventanas de azogue,
el mendigo, las criadas, los ladridos
son sólo espectros que salen al paso
cuando una noche de lluvia y salitre

despertamos atónitos del letargo del silencio.